Hoy el post es un tanto especial pues se trata del relato en primera persona de una madre que sufrió una cesárea de urgencia. No fue fácil ni para ella ni para el padre por los motivos que leeréis a continuación.
Os invito a que me contéis también vuestra historia. Tanto como si fue positiva como si os ha quedado algo dentro y lo queréis contar. Me parece que puede ser de ayuda para todas, unas para que expiquéis vuestra experiencia y para las embarazadas puede que sirva de ayuda.
De hecho, podemos hacerlo extensivo a la experiencia del embarazo, del parto y de la lactancia. ¿ Os parece ?
Pormenores de una cesárea.
Entré en la sala de dilatación a las seis y media de la madrugada y en el paritorio a las nueve. El día fue entretenido, con demasiados pormenores. A las siete de la tarde dejé de dilatar; estuvimos una hora esperando pasar de los siete centímetros, pero no fue así. Y mi hijo, encajado des de los seis meses, quería salir con el cuello por delante. La ginecóloga me dijo que no me preocupara, que él estaba bien, pero que era necesaria la intervención. En menos de quince minutos ya estábamos en quirófano en pleno lío.
Y llegados a este punto, siempre que recuerdo lo que viene ahora, me pongo triste. A veces lloro y la cicatriz me duele. Mucho.
Soy consciente que para los profesionales que había en quirófano era una operación más, pero para mí no. Si todo iba bien, estaba a punto de conocer a mi hijo y me importaba una mierda la parrillada que organizaba el anestesista, o los filtreos de este con la enfermera o los comentarios de fútbol… Cuando la ginecóloga sacó a mi hijo a penas pude verlo unos segundos. Al cortar el cordón, se reían porque la sangre había llegado a la pared. Todo salió bien y aún así a mi hijo lo vieron antes que yo unas ocho personas.
Durante el tiempo que estuve en quirófano, justo detrás de mí, al lado de mi cara, se puso una enfermera. Me explicaba todo lo que estaba pasando. Ya sale tu hijo, ¿ oyes cómo llora ? Está muybien, es muy grande. Para mí, en ese momento, aquella mujer era un ángel.
Tampoco hice el piel con piel. Lo hizo el padre, pero de qué manera. Le dijeron que iba a estar en una habitación tranquila y lo llevaron directamente a la habitación de planta; habitación donde una de las camas estaba ya ocupada, donde había visita, donde la televisión estaba encendida. Donde nadie le decía si la cesárea salió bien ni por qué yo tardaba tanto. Tacto, respeto y sensibilidad cero.
Durante las clases de preparación al parto visitamos el hospital donde supuestamente tenía que parir. Después de esta visita ya no regresé a las clases. La respuesta sé que es el dinero, pero, ¿ por qué no hacen de la maternidad unos sítios más agradables ? Pedí el cambio a otro hospital en el que la política de maternidad me gustaba. El sítio era acogedor, no te sentías en un hospital. Aunque estos protocolos nadan tenían que ver con el hecho de subir a quirófano…del cielo al infierno en cuestión de minutos.
Nos preparan para sudar, gritar, empujar, volver a empujar, pedir epidural ( o no ), la importancia de la oxitocina, la posible episiotomia y sus cuidados, el piel con piel…pero no nos preparan para una cesárea de urgencia.
Me repiten que no le dé más importancia, que estamos los dos bien y que hay cosas peores. Lo sé. Soy consciente que hace cincuenta años puede que mi niño o yo no hubiéramos salido adelante.
También me dicen que no me preocupe por la cicatriz. No lo hago. No me molesta. Es un capítulo más de mi vida. Me molesta la falta de información que recibimos las embarazadas sobre una operación cuya probabilidad, por desgracia, es muy real. No olvidemos que vivimos en un país donde la tasa de cesáreas es bastante mayor de lo recomendado por la OMS.
Por suerte las cosas estan cambiando y el parto cada día es más respetado. Tampoco trabajo en sanidad y deduzco que un paritorio no es igual que un quirófano. Por eso pido que se humanice un poco más la cesárea. Y que al papá, o acompañante, que está todo el día contigo, se le tenga en consideración.